sábado, diciembre 30, 2006

Una manera de mirar al mundo

Kirmen Uribe dijo una vez que una lengua es una manera de mirar al mundo. Y luego junto con Mikel Urdangarin se inventó una canción preciosa (Munduari begiratzeko modu bat). Por el camino he conocido a personas que hablaban varias lenguas y siempre me ha dado la impresión de que eran personas diferentes en cada una de ellas. Era como si sus miradas cambiasen. Claro que hay personas a las que nunca llegas a conocer en su idioma materno porque no lo entiendes. A veces trato de imaginármelo. Cuando uno utiliza una lengua franca para comunicarse es como si estuviera poniéndose unas gafas de colores. Si la persona no es bilingüe de nacimiento es de esperar que vea con sus ojos maternos y la mirada se salpique de los colores utilizados para la ocasión. Al fin y al cabo cada idioma es un universo de expresiones y metáforas muy complejo y asimilar todo esto lleva más tiempo que tomarse un café irlandés.

En Alemania hay un periodista-filólogo que se dedica a estudiar el genio y misterio del alemán. Se llama Bastian Sick y desde hace ya un tiempo publica periódicamente una columna en el semanario Der Spiegel. Es una especie de Fernando Lázaro Carreter, el de los mortíferos dardos (1), en versión germánica, con la mitad de años y con la mitad de gracia. Pero es que la gracia del gran Lázaro era magistral. Como estudió románicas se defiende en casi todas las lenguas latinas y en uno de los capítulos de su tercer libro de la serie Der Dativ ist dem Genitiv sein Tod (El Dativo es al Genitivo su muerte) explica las curiosidades que se desprenden de la convivencia del español y el alemán en el decimoséptimo Bundesland germano que es Mallorca. Las cartas de los restaurantes están a menudo en la lengua de Goethe y esto hace que cuando uno se come una pizza en vez de tener gusto a las estaciones del año, a las cuatro que hay, resulta que le sabe más a Atocha o Sants. Porque claro las traducciones sin contexto es lo que tienen. Pero bueno, muchos alemanes siguen pensando que uno de los clásicos veraniegos de nuestra música lleva el título de Eviva España, así que poco importa si la dicha es buena.

En tierras del Rin se están poniendo muy pesaditos últimamente con eso de que el idioma alemán va a desaparecer. Que todos sabemos que no, pero el titular vende más. Es que por aquí el sensacionalismo va con etiqueta y es un fenómeno de masas que rompe: el Bild vende cinco millones de ejemplares diarios y publica cosas como que la raza alemana dejará de existir. Por eso de que la natalidad es muy baja. Así que a partir de 2007 van a conceder bajas de maternidad de un año con el 67% del sueldo para ver si la gente se anima. Lo cierto es que una de las cosas que más sorprenden por aquí es la aceptación social e incluso académica y política del abuso de anglicismos. Hace ya un tiempo que me lancé a propagar la música alemana entre los alemanes porque me entristecía que todo fuese en english pero es que ahora hay pocos ámbitos que se escapen a esta tendencia.

Los alemanes tienen un léxico amplio y rico. Sorprendentemente enrevesado y que permite la creación de palabras (el mito de las largas palabras alemanas es por algo: juntando lexemas puedes llegar a construir palabras enormes que son perfectamente válidas). Sin embargo a menudo cuando hablan prefieren decir easy, party, joint, cool, call-center, flat rate, feeling y así un largo etcétera. El fenómeno se impone sobre todo entre la juventud. Y además se esfuerzan por pronunciarlas igual que en inglés por lo que la aniquilación idiomática es limpia y efectiva. Al menos los españoles nos mantenemos firmes en eso y no renegamos de nuestro afán por españolizar los elementos invasores: “Me fumo un luqui mientras busco un vídeo en yotuve y después a lo mejor me voy al paf a tomar una cerveza”. Sea como fuere, prometo mantenerme en el suelo de los hechos (2). Perdonen: al pie de la noticia.

(1) El dardo en la palabra y El nuevo dardo en la palabra son dos libros que recogen los artículos periodísticos publicados en diferentes medios por el autor
(2) La expresión alemana para decir “al pie de la noticia” es “auf dem Boden der Tatsachen”

viernes, diciembre 29, 2006

Reflexiones en el vacío

¿Qué significado tiene para usted la palabra identidad?
Debe ser algo así como un sentimiento de pertenencia. A un lugar, a una comunidad humana. Una especie de aureola que te ubica en unos parámetros circunstanciales.

¿Y qué sucede cuándo esos parámetros circunstanciales de los que habla cambian mucho? ¿Se pueden tener muchas identidades?
Una amiga, dada a esos vicios tan perversos de la literatura, decía que le gustaba inventarse vidas en momentos concretos. Creaba identidades para cada ocasión. Le asustaba la idea de tener siempre la misma porque no le resultaba fácil explicarla. A lo mejor la definición responde a una serie de preguntas básicas de índole sociológica. A la sociedad le gusta mucho etiquetar. Lo difícil es encontrar etiquetas adecuadas para cada uno. En cuanto sales un poco fuera de casa te das cuenta de que hay vidas muy complejas.

Huntington habló de 'clash of cultures'. La cultura es una parte sustancial de la identidad, ¿no es así?
Desde luego

Entonces alguien que ha convivido en culturas muy diferentes… ¿puede presentar también un choque de identidades?
Supongo que es el desenlace más corriente. Al fin y al cabo somos seres actuales. El periodismo es la ‘esencia’ de nuestro comportamiento. Nuestras vivencias se enmarcan en un fluir concreto, ubicado en esos parámetros circunstanciales de los que hablaba al principio. Vivimos sobre todo el presente y como decía el poeta, “el presente ya pasó”. Aquellos que no manifiestan un choque de identidades en su cultura de acogida es porque no se saben integrar. Es lo que los alemanes han acordado calificar como fenómeno de “sociedad paralela”, es decir, aquellas comunidades turcas por ejemplo que a pesar de estar viviendo desde hace un par de generaciones en Alemania continúan conservando tradiciones y costumbres muy arcaicas que ya ni siquiera son actuales en Turquía. Para ellos el presente es una eterna reminiscencia del pasado y evitan entrar en contacto con la nueva realidad. Rehuyen el inevitable choque de identidades por miedo a perder su identidad originaria.

¿Cree que es miedo?
Estoy convencido. Aunque un esencialista te dirá que no. Porque los esencialistas conciben la identidad casi como algo divino, inmutable, de destino. Como si fuera una parte del alma. Pero claro ni tan sólo sabemos a ciencia cierta lo que es el alma, así que no vamos a dar excesivo crédito a estos esencialistas. En mi opinión, las identidades son trashumantes. Varían. Utilizando la terminología de la física diría que la identidad es como la energía. Ni se crea, ni se destruye. Se transforma.

jueves, diciembre 28, 2006

No todo vale como estatua

La estatua ecuestre de Franco en la plaza del Ayuntamiento de Santander se levanta solemne. La sólida mirada del dictador apenas se perturba cuando las gaviotas manchan su hombro derecho. Carece de alternativa. Ahora son sus únicas compañeras, ya nadie escucha sus discursos. Ya nadie tiene que escucharlos. Como mucho alguna foto de un turista y algunos melancólicos de veintes de noviembre.

En la capital cántabra se ha intentado reabrir con timidez el debate en diversas ocasiones. Franco sí, Franco no. Pero él se queda, ya que, al fin y al cabo, quienes gobiernan no están muy por la labor de armar revuelos. Total en este país ya tenemos ejemplos bien claros de asimilación/ mimetización del fascismo y no ha sucedido nunca nada. Que luego los historiadores lo quieran llamar de otra manera es un asunto en el que no entraré. Por eso proliferan calles todavía como Arriba España o Caídos de la División Azul, y se erigen estatuas a personajes de la talla intelectual y humana de Primo de Rivera.

Lo que sucede es que uno viene de Alemania, donde el lavado de imagen fascista fue brillante, y se piensa que las cosas cambian rápido. Con eso de la UE y el advenimiento de una España vanguardista y moderna da la impresión de que el espíritu progresista tiene sustancia y no es sólo la fachada de una ley de normalización de los matrimonios entre homosexuales, pero conviene mantener los pies en el suelo no nos vayamos a caer antes de empezar a caminar.

El caso es que España en el siglo XX siempre ha ido un rato a carretilla y muy poco conduciéndola así que no es de extrañar que nuestra revolución de las naranjas se haga de rogar unos añitos más. Claro que hay gente que ve en eso de una segunda transición un túnel tenebroso que nos conduce directamente a la división de la sociedad. Son los mismos que hablan siempre de unidades. La metáfora es sencilla: Una gota de agua y una gota de agua no son dos gotas de agua, sino una gota de agua mayor. Sin embargo, una gota de agua y otra de aceite es difícil que devengan una sola algún día. Apresurémonos en saber cuál de los dos casos es el que nos ocupa. Un Bernardo Atxaga que vino a Berlín a presentar la traducción de su última novela (Soinujolearen semea, 2003) al alemán, obra que toca bastante el tema de las consecuencias de la Guerra Civil, le comentaba al periodista lo siguiente:

“La división de la sociedad española, las dos Españas, todavía existe. Ni siquiera se están sentando las bases para que esto cambie. Algunos dicen que la ley de la memoria histórica lo que va a hacer es reabrir las heridas. ¿Pero cómo las va a abrir si no están cerradas? Más que de memoria histórica se trata de verdad histórica. Abandonemos ideas muertas como la de reconciliación. Llevarnos bien no nos vamos a llevar, pero por lo menos dejemos las cosas claras. Un amigo mío ha conocido hace poco donde estaba enterrado su padre [su padre fue fusilado durante la GCE]”

El novelista vasco no se quedaba corto. Tampoco a la hora de calificar el proyecto de ley de Zapatero como algo “teóricamente muy flojo”. Tan flojo que de momento sólo los nacionalistas conservadores le dan su apoyo. Y no es un apoyo vitalicio.

Entrevista completa con el autor