Phir milenge, India!
Conocí la
India un otoño de 2007. Delhi tenía esa humedad nocturna que penetra los huesos
y esa calima matinal que nubla el pensamiento, pero los días seguían siendo
agradablemente cálidos. Viajé un mes por el norte del país para comprar las
postales pintorescas que anuncian las guías. Turbantes chillones, camellos de feria,
histriónicos santones y dementes ascetas. Fue mi primera experiencia en Asia.
Pronto volvería a este oceánico continente para asentarme como periodista en el
vecino Pakistán. El tiempo pasó volando, con más alegrías que penas. Aprendí a
sobrellevar los interminables veranos de seis meses y antes de que acabara
2010, con la calima de otoño y en una noche húmeda como el fango, regresé a la
vieja conocida Delhi. La ciudad tenía otra cara. Bullía. Aeropuerto nuevo,
pasos a nivel, el metro… y también caos, vacas, mutilados, niños mendigos. Nada
había cambiado tanto en realidad pero la India respiraba con fuerza, convencida
de su magnitud y potencial. La confianza quizás ha menguado un poco desde
entonces.
Ahora, seis
años después de que pusiera pie aquí por primera vez y tras tres viviendo, me
dispongo a abandonar Delhi y la India. Otra vez sucede en el melancólico otoño,
con la calima penetrando mi cuerpo y sumiendo a mi mente en un confuso estado
de embriaguez. La melancolía y la embriaguez son mayores porque dejo también el
medio de comunicación que ha sido mi morada durante todo este periplo asiático.
La agencia con la que abrí la corresponsalía en Islamabad cuando era un germanizado
periodista timorato que solo sabía desenvolverse en el terreno seguro de Europa
y con la que después prolongué mi aventura al otro lado de la frontera. En estos momentos en que escribo las últimas
palabras tras haber tecleado más de un millón, cuando plasmo mis siglas igb en
las últimas noticias de las casi 6.000 que redacté o edité para EFE no puedo
evitar sentir cierta nostalgia y acordarme de esas personas que hicieron de
esta travesía un placer sencillo. La lista es larga y, encriptada, es mucho más
enigmática y anónima, como en el fondo ha sido siempre gran parte de nuestro
trabajo. La integran enormes maisanes como amp, daa, pmm, mt, jlr, av, ms, fpw
o ilc y magníficas compañeras como mb, ss y nt, todos capitaneados por los
veteranos ja y amg. Muchas más iniciales me acompañaron al otro lado de la
línea virtual, desde el fortín de Madrid.
No todo fue
fácil. La agencia no ha sido inmune a la crisis que ha gangrenado el oficio,
convirtiéndolo en ocasiones en una caricatura de lo que el periodismo debería
ser. Espero que pronto soplen vientos mejores que lleven el velero a puertos
más reconocibles, como aquellos en los que en estos años intentamos atracar una
y otra vez, a veces con éxito y otras sin mieles, pero con la sensación de
haber remado en la dirección correcta. Este pirata se lleva consigo el ron de
marineros y un baúl repleto de recuerdos, un tesoro que vale todo el oro de la
India y algunos crores de rupias más. Me quedo con las callejuelas endiabladas
de Benarés, la vertiginosa verticalidad de Cachemira o los atardeceres de
Bombay. Me llevo la arena del Rajastán, las noches de murciélagos de Delhi y
los océanos verdes de Kerala. También meto en el cofre la pasión futbolera de
Calcuta y el críquet de los parques, el turbante de un sij, algunas cintas de
Bollywood, el peine de un rickshawala y los colores del Holi. Cierro el tesoro
con una desgastada y pesada llave. Miro hacia el cielo. La calima sigue ahí. Algunos
cuervos me dicen adiós con sus graznidos. Yo les digo hasta la próxima. Sé que
nos volveremos a ver, probablemente en otro húmedo otoño.
¡South Asia
zindabad!
3 comentarios:
Gracias por estos años y suerte en la nueva etapa. GV
El mejor periodista que he conocido, audaz, valiente y como no, buena persona.
Te deseo lo mejor amigo, y espero que algún día nos volvamos a encontrar.
Francis.
Igor soy Marisa me ha gustado mucho tu carta! el tesoro que nos llevamos al terminar una etapa se quedara siempre con nosotros! y ahora, a encarar la nueva etapa. Muy buena suerte!
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