lunes, octubre 31, 2011

El circo de la Fórmula Uno pasa por la India






La India acaba de decir adiós a su primer Gran Premio de la F-1, un ambicioso proyecto que no ha dejado indiferente a nadie tras una semana con mucho color, un perro callejero en pista y el siempre histriónico Mr. Bean en 'boxes'.
El circo de Bernie Ecclestone debutaba en el gigante asiático con muchas dudas en el horizonte sobre la capacidad del país para organizar un acontecimiento de envergadura después del sonado fracaso con los Juegos de la Commonwealth que tuvieron lugar en Delhi en 2010.
Se estrenaba entre críticas. Sobre todo, por el alto coste -unos 400 millones de dólares- de traer un espectáculo muy elitista, con entradas de hasta 300 dólares, a un país emergente, con grandes desigualdades sociales y en el que no existe tradición de Fórmula Uno.
A las quejas se unieron campesinos locales, que denunciaron haber recibido por sus tierras mucho menos del valor real de mercado para construir el circuito de Buddh, situado en medio de la nada, cerca de la ciudad dormitorio de Noida y a 50 kilómetros de Delhi.
Pero, en medio de la polémica, los corredores manifestaron curiosidad por la diversidad cultural india y dijeron tener apetito por descubrir el último diseño del alemán Herman Tilke, una pista rápida que calificaron de "desafiante" y repleta de "buenas ideas".
Pese a lo apretado de sus agendas de trabajo, muchos encontraron tiempo para hacer una visita fugaz al emblemático Taj Mahal y pasearse en los tradicionales motocarros o en elefante.
Las dudas se dispararon, eso sí, cuando los pilotos se toparon en los primeros días una pista llena de suciedad -"como conducir sobre hielo", dijo Fernando Alonso-, y los periodistas una sala de prensa con cortes de luz y un murciélago en su interior.
Tampoco había un servicio de taxis, en el de autobuses reinaba el caos y durante el primer día de entrenamientos libres -el viernes-, un perro callejero se coló en el circuito y provocó un sobresalto en la sesión de prueba.
Por si fuera poco, uno de los actos estelares organizados en paralelo a la competición automovilística, el concierto de la banda estadounidense Metallica, tuvo que ser cancelado por deficiencias en la seguridad y disturbios causados por los asistentes.
Imprevistos aparte, el Gran Premio de la India fue ganando en intensidad gracias en parte a una prensa local poco o nada especializada pero volcada con la cobertura y sus pilotos indios, que dio a la cita un carácter de Estado, como si el país se jugara su imagen.
Así lo debió pensar el periodista indio que pidió en rueda de prensa al alemán Sebastian Vettel "unas primeras palabras" sobre la India al estilo de las que dijo el astronauta Neil Armstrong cuando puso pie en la luna -aquello de un "gran paso para la Humanidad".
El campeón germano de Red Bull respondió en hindi con un "gracias, tus ojos son bonitos" dedicado a las mujeres indias que arrancó algunas carcajadas aunque no frenó la diatriba de preguntas chovinistas de los informadores locales.
El verdadero circo comenzó ya el fin de semana con el desfile de numerosas estrellas de la industria del cine de Bollywood, del mundo del críquet y otra serie de VIP, siempre dispuestos a dejarse ver en el circuito pese a carecer de afición por el automovilismo.
Estuvo incluso el humorista británico Rowan Atkinson, quien siguió la competición con la escudería McLaren y gesticuló para la galería al más digno estilo de Mr. Bean cuando Lewis Hamilton embistió al Ferrari del brasileño Felipe Massa.
El público acabó respondiendo al llamamiento sin fisuras y con mucho color; unos 50.000 espectadores vieron el sábado la prueba clasificatoria, mientras que otros 95.000 -lleno técnico- asistieron a la carrera del domingo, según la organización.
Entre ellos, gran parte de la colonia española expatriada en la capital india, una treintena de jóvenes ataviados de pelucas rojas y amarillas y una pancarta enorme que rezaba "Frenando Al Oso". Al alemán, se entiende.

(artículo publicado en la agencia EFE)

Autoría de las fotos: Pau Miranda/Igor G. Barbero
Pies(de abajo hacia arriba):

1) Mi compañero de Efe y amigo Pau Miranda y yo posamos junto al box de Ferrari correspondiente a Fernando Alonso. Él lo hace a regañadientes pues es un acérrimo seguidor de McLaren, equipo rival
2) Un servidor junto a la parrilla de salida del circuito internacional de Buddh, en las afueras de Nueva Delhi
3) El heptacampeón del mundo de Fórmula Uno, el alemán Michael Schumacher, se pasea en un coche antiguo poco antes de la carrera del Gran Premio de la India
4) Operarios de la escudería italiana Ferrari practican el rápido cambio de neumáticos de cara a la competición
5) Trabajando a tope en la sala de prensa del circuito indio

sábado, octubre 22, 2011

Un poco de todo desde la India


El lento destape de la India


Novias indias en busca de la boda de sus sueños


Los oficios de la calle siguen muy vivos en Delhi


Fiebre por el fútbol en Calcuta


Los nuevos ricos indios se montan en el coche de lujo

Visita al valle de Panjshir poco antes del comienzo de la transición de seguridad en territorio afgano

Una esperanza de cultura en Afganistán

El papel de los jóvenes de clase media en las protestas anticorrupción en la India

viernes, octubre 21, 2011

Bakearen garaia / Tiempo de paz

Siempre eché de menos Euskadi. Creo que lo hice desde el mismo momento en que abandoné esa tierra cuando apenas era un adolescente de trece años al que le empezaban a gustar las chicas además del fútbol. La vida luego me ha llevado a muchos lugares distintos, cada uno con su delicioso intríngulis, y me ha ido convirtiendo en una de esas personas de mundo, como gusta decir a algunos. Espero que más para bien que mal. Y es en un día como hoy, horas después del anuncio de ETA, cuando más que nunca pienso desde la distancia que querría estar allí para celebrar una decisión que debió haber llegado hace mucho tiempo. Demasiado.

Habrá quien pensará que el fin era el único desenlace lógico, que se veía venir claramente tanto por su aparente debilidad y pérdida de apoyos internos y externos en los últimos años como por sus continuos gestos recientes a la desesperada. Parte de verdad hay en esta opinión, de acuerdo, pero el paso que se acaba de dar es un pedazo de historia mayúscula del que conviene alegrarse y mucho. Es un pedazo de historia que ha costado la luna conseguir y que se ha llevado a mucha gente por el camino. Un camino en el que espero que no vuelva a caer nadie más. Nunca.

Recuerdo mi infancia y adolescencia en Basauri, un pueblo grande cerca de Bilbao. Se agolpan en mi cabeza reminiscencias a menudo contradictorias, sentimientos encontrados, que son en parte consecuencia de esa constante bicefalia que existe en Euskadi. Recuerdo, por ejemplo, los avisos de bomba que solía haber en mi colegio de primaria que obligaban a evacuar el centro. Me parece que no sentía miedo entonces, en mi inocente niñez pensaba que era un momento especial en el que salíamos de la rutina lectiva.

Recuerdo también que un día se murió el padre de una niña de la escuela de la edad de mi hermano pequeño y se habló mucho de ello. Después acabé comprendiendo que la víctima era un policía natural de Extremadura y que había sido asesinado por ETA. Pienso que había un silencio un tanto inquietante. Otra cosa que recuerdo es que mi padre solía contarme que cuando iba de pequeño a Euskadi desde León a visitar familiares tenía un vecino de su edad con el que siempre jugaba. Años después se enteró de que ese vecino con quien pasaba el rato había integrado en la organización.

A menudo recuerdo que las cosas no se hablaban con franqueza y seguridad según con quién se estuviese. Se departía con mayor facilidad del enésimo partido nefasto del Athletic o de ir a comer unos pintxos al Casco que de la absurda masacre que había causado el último coche bomba. Recuerdo que, por el contrario, fuera de Euskadi con frecuencia y un extraño grado de obsesión y simplismo se hablaba mucho más de lo segundo que de lo primero. Se hacía con una ligereza que a veces conducía a uno, por rechazo, a situarse en jardines fangosos. Esa asociación del vasco y de lo vasco con lo violento por extensión dolía. Hacía un daño enorme.

ETA se quedó vieja hace décadas y ahora, en pleno siglo XXI multimedia, de redes sociales y amplitud de miras, puede atribuirse el dudoso honor de haber impulsado hasta su propia asfixia el último conflicto armado de Europa. Se quedó vieja hace muchísimo tiempo pero creyó ilusa ser joven quizás por estar nutrida de ellos. Lo que tuvo fue siempre, básicamente, más visceralidad que reflexión y autocrítica. Se pensó que defendía a un pueblo que en realidad ya luchaba desde hacía años democracia en mano por sus propias ideas. Es ese traje del diálogo y el debate el que tendrá que probarse desde ya, y mojar su pólvora definitivamente, no guardarla en un cajón.

Hoy no quiero hablar de futuro. Éste será largo pues ha habido mucho sufrimiento y sacrificio por todos lados y las negociaciones vendrán acompañadas de complicaciones. En esta ocasión sólo quiero pensar que los que hoy aseguran que se trata del final, de su final, hayan sido sinceros. Sólo quiero pensar que se trata de un comienzo.

Gora Euskadi.

Conference on Journalism

American Embassy School, New Delhi, 19th of October 2011

Hi, Namaste, how are you doing today?
My name is Igor. This is both a Russian name and from the Basque Country, the region situated in the north of Spain where I was born and which is unfortunately famous for being the place of the only open armed conflict in Europe (one day after ETA announced the end of the violence).
Well yes, we are also known for being welcoming people and having a good taste for food, just as almost every culture.

A bit more than a decade ago I was sitting like you in the high school, doing my exams and starting to think about what I should do in the future for earning my life.
It was such a difficult decision. It took me so much time to be sure about it. Should I do what I want to do? Should I do what I am expected to do? Maybe some of you have these kind of thoughts nowadays.
My parents gave me freedom of choice. They didn’t try to influence me so much. And let the heart decide. Now I am a professional journalist working for the Spanish public news Agency EFE. Since almost one year ago I work here in New Delhi, where the South Asian bureau is based. Before I was posted for three years in neighboring Pakistan and before that I was freelancing during two years in Germany.

It is funny. When I started the 4 years degree in Journalism at the University in Barcelona, many of the professors there were active or former journalists and some of them tried to convince us, the students, about the very bad choice of studying journalism. Even when they loved it.
There were several reasons for that. Here I mention two of the principal ones I used to listen:
FIRSTLY) It is not a golden mine. It is actually very hard to find a pleasant place in this profession. There is too much competition and a very small offer for a high demand.
SECONDLY) If you really want to become a journalist by all means, you can study anyways something else and enter later this world. Supporters of this point argue: “Journalists know a bit of everything and never much about a specific issue, therefore if you are specialized, it will be better”.
The truth is that, somehow, despite these negative points of view from some insiders, this profession has had traditionally a certain level of mysticism among the society and, at least in Spain, has been one of the most demanded studies at the universities.

I situate myself in a middle point between the critics and the defenders. Perhaps I am a bit romantic because I think that you have to believe in what you do and like it, and this will be the only way to do something well in every field, especially in journalism.
This profession means dedication and sacrifice. It becomes very much a part of your life, often beyond the working time. I usually say we know when we start but not at all when we finish.
The day can be quiet for hours until something important happens and then it is when your day is actually starting. The real news is never expected.
Believe me, this has broken many plans in my life, but the point is that when news arise it doesn’t feel like an obligation to cover them. It feels like a necessity.

What do you need to become a reporter? There are certainly so many different qualities and probably nobody has all of them at the same time. From my opinion, to be honest and perseverant helps a lot.
And I would say one of the most important ones is to have an infinite curiosity to find out new things, to know always more, to listen and observe with attention what is in front of you and nearby.
Information is a priced value. It is a right. A former boss of mine used to say that we journalists have to be the ears and eyes for the readers who are not in the place where facts happen.
Not only this, we have to be a clear voice able to explain those things we saw and heard in a proper way, to make them understandable, even under severe pressures. We have to choose and leave apart.

Today, journalism is changing quickly along with the technology revolution. The Internet and other new findings have made many aspects of our work easier but have also changed the traditional trends of the consumers and brought the press into a deep crisis.
The coming years will be very crucial to redefine the basic concept of the media and our roll in the society. In this difficult scenario I want to remember a phrase someone said some time ago:
“The worst point of the death of journalism is that somebody will have to tell it” (lo peor de la muerte del periodismo es que alguien tendrá que contarla).
Thank you very much for your patience, I am now open to your questions.


*Borrador del discurso ofrecido ante estudiantes de entre 14 y 18 años de la escuela americana de Nueva Delhi, que había organizado unas jornadas sobre diferentes profesiones. En mi caso me tocó hablar de periodismo durante diez minutos y responder preguntas otros diez en tres sesiones distintas que contaron con gran asistencia de estudiantes, muchos de ellos muy curiosos. "¿Tienes una hora límite para enviar noticias? ¿Cómo consigues tus fuentes? ¿Quién decide lo que se debe publicar? ¿Es peligroso ser periodista? ¿Es difícil? ¿Se viaja mucho? Estas fueron algunas de las cuestiones que intenté responder.

martes, octubre 18, 2011

Postal desde Calcuta






En Calcuta la gente se reúne para hablar, hay cafés en los que sólo sirven café y en los semáforos suenan canciones del mágico Tagore, el Nobel que todo lo hacía, la insignia nacional que todos recuerdan con orgullo. Algunos dicen que Calcuta, que fue la capital india durante la época colonial británica, es la única verdadera ciudad del gigante asiático hoy en día.
Quizás es un halago exagerado para una metrópoli tan o más bulliciosa y caótica que otras emblemáticas como Delhi, Bombay o Chennai (Madrás). Lo cierto es que en sus calles y avenidas se puede pasear; las aceras son dominio de los peatones.
De los peatones y de un sinfín de elementos más pero nunca de los automóviles, las bicis, motos, el tranvía o los rickshaws que, en todas sus modalidades, se pelean por abrirse paso en las calzadas calcutenses. En ellas siguen vigentes y mucho, pese a estar prohibidos, los tradicionales carros empujados por escuálidos brazos sin ningún tipo de ayuda motorizada.
Considerada el epicentro de la cultura bengalí que desde hace décadas está dividida entre la India y el vecino Bangladesh, Calcuta es, además, para gozo de un europeo, el principal bastión futbolístico del país. Es una ciudad en la que el críquet ve discutido su trono.
La urbe cuenta con un equipo de balompié más añejo que cualquiera de los grandes españoles y dispone del segundo estadio más magno del planeta, un húmedo asador de hierba artificial en el que hace poco Messi hizo algunas de sus filigranas y que hierve al son de cien mil voces cuando los dos clubes más importantes de la ciudad se miden en el clásico de Bengala.
La pobreza salta en Calcuta a los ojos con una suave violencia. Lo hace con cada niño que se baña en un charco de agua sucia, con el anciano que dormita en una esquina o el mendigo que clava las uñas en el cristal de tu taxi amarillo.
La miseria no se oculta en arrabales. Se codea con todo y con todos, se tiñe de aparente normalidad, de destino obligado y causa perdida que ni cientos de fundaciones de la Madre Teresa podrían llegar a atajar jamás.
Y al mismo tiempo, de repente, se levanta una urbe sublime, con finos y estéticos edificios desvencijados, amplios jardines, caballos, carruajes y avenidas con árboles frondosos. De repente pide protagonismo una ciudad con el metro más antiguo de la India y múltiples centros culturales, con mezquitas, catedrales, sinagogas, y largos paseos a la orilla del Ganges.
El río se presenta aquí enorme y bello cuando está a punto de morir. Es cruzado por puentes mayúsculos y se antoja más hindú que nunca, arrastrando en el otoño festivalero cientos de miles de dioses venerados que fueron sumergidos a su suerte en la nocturnidad.

Pies de foto (de abajo hacia arriba):
1) Una niña se baña en la acera de una calle en el sur de Calcuta
2) Vista del Memorial de Victoria
3) En escultor trabaja en una figura de la diosa Kali en un barrio septentrional de la ciudad
4) A orillas del Ganges junto al puente de Howrah
5) Un rickshero tradicional tira del carro con sus brazos; esta modalidad está prohibida en la India pero sigue vigente en Calcuta