martes, marzo 20, 2012

El Adiós de un compañero. Carta de despedida a Agus Morales



Cuando el próximo lunes conectemos el Skype en la oficina de la Agencia Efe en Nueva Delhi, al otro lado de la línea ya no estará el compañero Agus Morales para explicarnos qué sucede en Pakistán. Pakistán continuará con sus avatares e historias, igual que el resto de los países del Sur de Asia en los que Agus estuvo durante los últimos cinco años, pero él, un pratense de corazón y verbo, se encontrará deshaciendo sus maletas en Barcelona para iniciar una apasionante nueva etapa fuera de las redacciones de prensa.

Conocí a Agus allá por 2005 en la universidad de las afueras de Barcelona en la que estudiábamos periodismo. Él era uno de los que sacaban las mejores notas así que iba a clase por la mañana, mientras que yo tenía turno de tarde. Ambos acabábamos de regresar de estancias en el extranjero y queríamos finiquitar las últimas asignaturas que restaban para concluir la carrera, ya con más ganas de meter un pie de lleno en la profesión que de continuar recibiendo lecciones magistrales desde las aulas. Y así, leyendo a Truman Capote y a Tom Wolfe, departiendo acerca de nuevo y viejo periodismo o discutiendo sobre el alto desempleo en la economía alemana, fuimos forjando nuestra amistad.

Luego llegaron las prácticas en medios, la ilusión por firmar nuestros primeros artículos en cabeceras de gran tirada y de ir aprendiendo el oficio de la única manera que se puede: ejerciéndolo. Teníamos esa pasión aún casi virgen de desarrollar el periodismo al máximo de su expresión y con esta idea él se marchó a Delhi y yo a Berlín.

Siempre pensé que Agus tenía un sexto sentido. Cuando hacíamos algún análisis de tipo político o social, solía extraer indicios alejados de lo previsible, como si consiguiera sus pistas mirando desde un agujerito que le permitía adoptar una perspectiva histórica infalible. No hace falta decir que obviamente el que erraba en sus pronósticos era yo, que luego me defendía escudándome en mi condición de periodista y no de analista.

Creo que a este sexto sentido le añadía un don de la oportunidad. Su primera cobertura como enviado especial en el extranjero le llevó, a principios de 2008, al escenario inmediatamente posterior al asesinato de la ex primera ministra paquistaní Benazir Bhutto, un suceso que cambió el devenir de Pakistán. Cuando estaba de vacaciones en Bangladesh en 2009, sucedió el motín de la guardia de fronteras bangladeshí, quizás el acontecimiento más destacado de ese país en el último lustro. Y al poco de asumir la corresponsalía de Pakistán -en la que me relevó- Agus fue testigo del que ha sido el hecho informativo más mediatizado de la década, la muerte de Osama bin Laden, convirtiéndose en uno de los primeros periodistas que llegaron a la residencia del líder de Al Qaeda en Abbottabad.

Eso por citar solo algunos ejemplos; su trabajo en estos años le ha llevado a muchos más lugares y a desgranar cantidad de acontecimientos, generalmente con esa mirada curiosa del primer día. Agus defendió a ultranza y sin flaquear en sus ideas un periodismo preciso, conciso, de fuentes y de tonos grises. Defendió un periodismo informativo cuando se trataba de informar e interpretativo cuando interpretar era el cometido. La suya era tal vez una visión demasiado romántica en los tiempos de trinchera política y sobreinformación digital que corren.

Él fue quien me abrió la puerta del Sur de Asia, quien me invitó a descubrir esta región de hondos corazones que ahora echará en falta a ese "maisán" que conducía una vespa Kinetic hecha un trapo por las indomables avenidas de Delhi, descifraba a Tagore en Calcuta y Santiniketan o le marcaba un gol de bella factura a un portero despistado en Islamabad.

Agus empezará a partir del próximo abril a trabajar como responsable de comunicación de Médicos Sin Fronteras. Lo hará desde Barcelona aunque allí solo estará una pequeña parte del tiempo. Normalmente se desplazará a operaciones de emergencia por todo el mundo. Todo un reto. Te deseo la mejor de las suertes compañero. Sabes que te echaremos de menos. Mucho.

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